22 de diciembre de 2009

Quien no cree… ¡pierde!

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.

A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:

- «¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron:
- «Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
- «¿Qué va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.

1 comentario:

  1. Las mujeres que han creído,
    María e Isabel, hablan, actúan..
    El varón incrédulo, Zacarías, está mudo..
    Si María es bienaventurada porque creyó,
    Zacarías se ha cerrado a la bienaventuranza
    con su incredulidad..
    Sin embargo, en este momento se rehace..
    Se adhiere a la propuesta de su mujer Isabel
    y escribe en una tabilla: Juan es su nombre..
    Y renace en él la FE..

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