4 de enero de 2011

¡Tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel!

Al día siguiente, Jesús decidió ir a la región de Galilea. Encontró a Felipe y le dijo: “Sígueme.” Felipe era del pueblo de Betsaida, de donde también eran Andrés y Pedro. Felipe fue a buscar a Natanael y le dijo: “Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en los libros de la ley, y de quien también escribieron los profetas. Es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret.” Preguntó Natanael: “¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?” Felipe le contestó: “Ven y verás.” Cuando Jesús vio acercarse a Natanael, dijo: “Aquí viene un verdadero israelita, en quien no hay engaño.” Natanael le preguntó: “¿De qué me conoces?” Jesús le respondió: “Te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera.” Natanael le dijo: “Maestro, ¡tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel!” Jesús le contestó: “¿Me crees solamente por haberte dicho que te vi debajo de la higuera? ¡Pues cosas más grandes que éstas verás!” Y añadió: “Os aseguro que veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.”