26 de octubre de 2010

Los últimos serán los primeros..

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: -«Señor, ¿serán pocos los que se salven?» Jesús les dijo: -«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas. " Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.»

5 comentarios:

  1. ¡Silencio! Que la masa se está fermentando.
    Aún no tenemos ramas para cobijarnos.
    El sol nos quema. Vivimos a la intemperie.
    Soñamos con el frescor de la sombra.
    El reino no ha llegado, pero ¿no notáis cómo
    la masa se agranda y huele diferente?

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  2. En el Reino de Dios los pobres tendrán
    casa, los hambrientos serán saciados,
    las naciones vivirán en paz, la escala
    de valores de este mundo se hará santa
    y justa.
    Lo único que queda por saber es: ¿qué
    estamos haciendo para que esto suceda?

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  3. Jesús nos salva, salvándose él como hombre.
    Nos ha mostrado el camino y nos ha demostrado
    que es posible también para nosotros, si
    asimilamos lo que él vivió, y hacemos nuestro
    lo que a él le salvó.

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  4. Es posible obtener grandes ventajas
    en la vida actuando deshonesta y
    arrogantemente, llevados de nuestro
    propio interés.
    Esa clase de ventajas sólo duran lo
    que el polvo de donde surgieron.
    Sólo el servicio a los demás nos hace
    ser los primeros a los ojos de Jesús.

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  5. No estamos aquí para salvarnos sino para perdernos en beneficio de todos.
    Entrar por la puerta estrecha es «seguir a Jesús»; aprender a vivir como él; tomar su cruz y confiar en el Padre .

    Jesucristo es una puerta siempre abierta.
    Nadie la puede cerrar.
    Sólo nosotros si nos cerramos en nuestro orgullo.

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