26 de abril de 2010

Os lo he dicho, y no creéis..

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:

- «¿Hasta cuando nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente.»
Jesús les respondió:
- «Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mi. Pero vosotros no creéis, porque no sois ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»

4 comentarios:

  1. Seguirte a Ti, Señor..
    Porque escucho tu voz
    y me siento llamada..
    Porque pronuncias mi nombre
    y me encuentro convocada..
    Porque me miras y me conoces,
    y me das la vida..
    Seguirte a ti, Señor..

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  2. Cuando escucho tu voz…
    Me sacas de mis inseguridades,
    me conduces a lugares donde hay
    buenos pastos, tu voz es liberadora.
    Gracias Jesús, por poner tu vida
    a mi servicio.

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  3. Nuestra mayor tentación espiritual
    es afirmar que somos creyentes y
    vivir como si no lo fuéramos.
    La vida espiritual es auténtica
    cuando lo que decimos creer se
    manifiesta en nuestro vivir.

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  4. A veces en mi corazón surgen, dudas, interrogantes e incertidumbres. ¿Será verdad? ¿No será todo una ilusión?
    Para creer en Jesús no es necesario que resuelva todas las dudas de mi cabeza. Basta que confíe en él y le siga con sinceridad.
    Señor, que sepa escuchar tu voz y transmitirla a mis hermanos.
    «Puedo ver gracias a la luz del sol, pero si cierro los ojos, no veo; pero esto no es por culpa del sol, sino por culpa mía

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