27 de septiembre de 2010

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Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tornó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante.

De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: -«Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?» Él se volvió y les regañó.
Y se marcharon a otra aldea.

2 comentarios:

  1. Seguramente los mensajeros que Jesús
    envió no supieron presentar su mensaje,
    y por eso fueron rechazados.
    A nosotros nos pasa lo mismo, siempre
    que nos rechazan, o rechazan a Dios
    será por presentar un Dios hecho a
    nuestra medida.

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  2. A veces, como los apóstoles,
    olvidamos que Jesús no rechaza
    a los que no le siguen.
    Los que no aceptan a Jesús no
    son nuestros enemigos: son
    personas que caminan hacia Dios
    por otras sendas.
    Nuestra única obligación con
    ellos es amarlos también.

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