1 de febrero de 2011

Presentación en el templo..

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor", y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones."
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel." Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: "Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma."
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

5 comentarios:

  1. La cosa de hoy va de luz, de mirar y de ver..
    Muchos estaban en el templo cuando llegaron María y José con el niño..
    Sólo Simeón es capaz de reconocer al Niño-Dios,
    gracias a que tiene esperanza..
    Vive abierto, a pesar de sus años,
    al encuentro con Dios..
    Espera, cree, confía..
    Tendríamos que hacer como Simeón, para poder ser luz..
    Reflejar la luz que nos llega de Cristo..

    ResponderEliminar
  2. Jesús iba creciendo, llenándose de
    sabiduría, el Espíritu de Dios lo
    acompañaba.
    Un ser humano que recorre nuestro
    propio camino, y de esa manera, nos
    puede indicar la dirección a nosotros.

    ResponderEliminar
  3. Cuando Jesús se nos muestra como luz, hay que seguir hacia adelante y aceptar lo que vaya aconteciendo en el camino ......
    el dolor, las dudas ,alegrías y muerte;
    en ese caminar no iremos jamás solos,
    nos acompañara el Espíritu de nuestro Padre Dios
    Señor, no permitas que nos perdamos.
    Que solo tu Luz ilumine nuestras vidas.
    Que busquemos y defendamos siempre la Verdad, la Justicia y el Amor

    ResponderEliminar
  4. Esta destinado para…….....
    y ello seguirá sucediendo mientras no dejemos crecer su Reino en nuestro corazón.
    mientras haya injusticia, mientras haya pobres, mientras haya hambre…
    mientras no hayamos aprendido a vivir como hermanos,
    compartiéndolo todo y poniendo como centro al Amor.

    ResponderEliminar
  5. En nuestra vida de seguimiento de Jesús,
    Lo importante es no acomodarse en la rutina
    Ni conformarnos con lo que conocemos
    Poco a poco debemos buscar…avanzar….,
    aunque sea con dudas o vacilaciones.
    Mientras sigamos dando pasos, estamos en el buen camino.

    ResponderEliminar