20 de julio de 2010

El q tenga oidos, q oiga..

En aquel tiempo, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba en la ribera. Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: «Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga».

3 comentarios:

  1. Jesús siembra su mensaje «en el corazón», en el interior de las personas.
    Recibe la semilla y deja que se desarrolle en ti.
    No intentes tirar de ella para que crezca más deprisa.
    Todo crecimiento tiene su propio ritmo.
    Ten confianza, y ten abierto tu corazón
    La verdadera “semilla”, es lo que hay de Dios en nosotros

    ResponderEliminar
  2. Me llama la atención la pequeña porción de semilla
    q cayó en un trozo de tierra abonada..
    Era pequeña pero la semilla creció y dio mucho fruto..
    Doy gracias por redescubrir el valor de muchas realidades pequeñas,
    de muchos gestos, de múltiples detalles,
    del valor de las semillas sembradas en tantas buenas tierras
    y de las que otros han sembrado y siembran en mí..
    GRACIAS..

    ResponderEliminar
  3. Las vicisitudes de la vida no
    son más que contingencias,
    circunstancias...
    En ningún caso son señales del
    castigo de Dios.
    Estamos llamados a vivir con fe
    y confianza, sabiendo que no es
    Dios quien nos amarga la vida
    sino que, al contrario Él es
    quien nos sostiene a pesar de
    las desgracias.

    ResponderEliminar