En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los
discípulos se le acercaron a
decirle:
-«Acláranos
la parábola de la cizaña en el campo.»
Él les
contestó:
-«El que siembra la buena semilla es el
Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del
reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es
el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los
ángeles.
Lo mismo que se arranca la cizaña y se
quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y
arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al
horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los
justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que
oiga.