En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los
vendedores,
diciéndoles:
-«Escrito
está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una
"cueva de bandidos."»
Todos los días enseñaba en el
templo.
Los sumos sacerdotes, los escribas y los
notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de
que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus
labios.