En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«A los que me
escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian,
bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en
una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la
túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los
que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman.
Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los
pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito
tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de
cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar
nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los
malvados y desagradecidos. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no
juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad,
y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa,
colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con
vosotros.»