En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
-«Cuando
veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su
destrucción.
Entonces, los que estén en Judea, que
huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en
el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se
cumplirá todo lo que está escrito.
¡Ay de las que
estén encinta o criando en aquellos días!
Porque
habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este
pueblo.
Caerán a filo de espada, los llevarán
cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta
que a los gentiles les llegue su hora.
Habrá signos
en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes,
enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin
aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues
los astros se tambalearán.
Entonces verán al Hijo
del hombre venir en una nube, con gran poder y
majestad.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos,
alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.»