En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
Trae, hoy, el evangelio a mi corazón
ResponderEliminarel proceso de tu crecimiento,
tu ir robusteciéndote y llenándote de sabiduría..
Y la gracia siempre contigo..
Y me quiero hacer consciente de que tu gracia
se me ha ofrecido desde el primer momento de mi vida..
A pesar de mi infidelidad..
A pesar de mí..
GRACIAS..