Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Vamos a la otra orilla.»
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras bar-cas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole:
-«Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?»
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago:
-«¡ Silencio, cállate! »
El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo:
-«¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?»
Se quedaron espantados y se decían unos a otros:
-« ¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!»
No hay tormenta en la vida,
ResponderEliminarpor más fuertes que sean sus
vientos, en la que Jesús
no esté con nosotros para
salvarnos de un poder devastador.
Aunque pareces dormido,
ResponderEliminarsé que estás aquí, en cada
uno de nosotros y que
desde ahí actúas...
No necesito que hagas
nada espectacular para
saber que me ayudas,
solo confiar...
Es difícil a veces,
pero es el único camino.
Solo escucharte.