Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo."
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: "Paz a vosotros." Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente." Contestó Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto."
A tomás le costó creer..
ResponderEliminarComo a Pedro le costó ser fiel..
Como a mi tb m cuesta..
La fe siempre es un salto..
Parte de un “ver” para llegar a “creer”..
“Señor mío y Dios mío”..
En las llagas del dolor y el fracaso, que son las cosas más duras, debieramos ver y palpar al Resucitado.
ResponderEliminarEncontramos a Dios, en lo humano, incluso en lo más duro y negativo de nuestra condicion. Encontrar a Dios en unas llagas es la confesión de fe mas grande que el hombre puede experimentar, una increíble paz
. El día que podamos enseñar nuestras manos, marcadas por el trabajo o por el sufrimiento ese día la gente reconocerá en nosotros a JESUS
Yo quiero ser ese”incrédulo”, que hace esa confesión de fe
ResponderEliminarMas allá de todo lo que oído y aprendido de Jesús, tengo que tratar de descubrirle vivo y dándome esa misma vida
Gracias Señor por mi comunidad, por el testimonio de los demás, ellos me ayudan a descubrir, a superar las dificultades, a buscar y desear sinceramente creer; en medio de todos, es posible “ver” a Jesús vivo. “El” que comprende mi debilidad, tiene sus caminos para encontrarse conmigo