En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón.
La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella.
Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles.
Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando.
De muchos de ellos sallan también demonios, que gritaban:
-«Tú eres el Hijo de Dios.»
Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
Al hacerse de día, salió a un lugar solitario.
La gente lo andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese.
Pero él les dijo:
-«También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado.»
Y predicaba en las sinagogas de Judea
No es fácil hacer ese esfuerzo de
ResponderEliminarmás al final del día pero pudiera
ser que fuera precisamente en ese
momento, cuando alguien necesitara
más que nos parezcamos a Jesús.
Jesus nos libera de situaciones inhumanas de la vida.
ResponderEliminarHay gente que te rechaza porque no te conoce; pero yo puedo ser camino, para llevar a Dios a otras personas.
Eso es lo que Tu quieres que haga con tantas cosas buenas que me llegan de tu amor.
Pon tu mano sobre mi y haz que sea testigo de Tu amor