En aquel tiempo, cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaún. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, para rogarle que fuera a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: «Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga.»
Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace.»
Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: «Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe.» Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.
No soy digna
ResponderEliminarpero dime una Palabra y me sanaré..
Dame Tu aliento y tendré VIDA..
Dame una mirada y podré ver..
Dame Tu sonrisa y podre reir..
Dame una caricia Tuya y sabré acariciar..
DIME UNA PALABRA TUYA Y ESO BASTARÁ..
Nadie es digno, sólo la presencia
ResponderEliminarde Dios en cada uno de nosotros
nos hace dignos.
Caminar por las fronteras de la vida,
ResponderEliminary aprender a amar lo diferente, como
hizo Jesús, impedirá que nuestros
gobiernos nos imponga quiénes deben
ser nuestros enemigos.
Ésa será nuestra contribución a la
paz del mundo.