En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.»
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí.»
Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo.»
Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama.»
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?»
El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver.»
Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado.»
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Quiero una mirada
ResponderEliminarlimpia y sincera..
Gracias, mi Dios..
Señor, perdón porque a veces puedo ser un impedimento para que otros te vean.
ResponderEliminarTe pido que me des tu luz, para poder ver en los momentos de ceguera ,
y que mi mirada sea transparente,humilde y sincera.
Grita al Señor:a pesar de que haya situaciones que quieran apagar tu voz,"El" siempre te escucha.
ResponderEliminarEl hará que recuperes la vista y veras el camino, la verdad,la vida.
TIRARAS EL MANTO,TE PONDRÁS DE PIE como una persona libre que sigue a Jesús en el camino de la vida.