En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuidad de no
practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de
lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto,
cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los
hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los
hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas
limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna
quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando
recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las
sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro
que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento,
cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve
en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los
hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os
aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la
cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre,
que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te
recompensará.»
Hoy siento que mi Padre me dice:
ResponderEliminar«Vamos a sentarnos tranquilos, tú y yo,
y vamos a repasar juntos todo lo que traes
en tu mente y tu corazón,
a poner en ello un poco de orden,
a mirarlo con mis ojos,
a que lo pongas en mis manos,
para ver lo que yo puedo hacer..»
La Oración, el Ayuno y la Limosna,
ResponderEliminarson un medio para abrirme a Dios,
y a las necesidades de los demás.
Es necesario, que vea a Dios en mis actuaciones,
Y examinar con mucho cuidado mis intenciones,
en todo lo que hago, y no buscar mis intereses.
La persona que vive a Dios en su corazón,
ResponderEliminaractúa con justicia, sencillez,
humildad....... y en silencio,
porque confía en la voluntad del Padre,
se alimenta de su amor y de su palabra,
y la fuerza del Espiritu de Jesús.