En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando:
- «El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.
Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre.»
El pan de la palabra es de muchas clases,
ResponderEliminarformas y sabores..
A veces tiene el sabor de la controversia..
Y, puede ser hasta un pan duro..
D todas maneras, Tu luz haciéndome luz;
tu luz desde el fondo de mi ser..
GRACIAS
Si creemos en Jesús, escuchamos
ResponderEliminarsus palabras, nos dejamos guiar
por su luz, viviremos una vida
definitiva, eterna.
Pero si lo rechazamos, nos empeñamos
en vivir para nosotros, viviremos
una vida desperdiciada, condenada,
apagada de la luz verdadera que es:
DIOS/AMOR.
Cuando la vida se nos hace
ResponderEliminar"cuesta arriba", cuando el
futuro no está claro y el
presente es oscuro, sólo la
fe, la luz de Jesús dentro
de nosotros, es la que nos
alumbra y nos muestra el camino.