En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.»
Él le contestó: «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?»
Y dijo a la gente: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.»
Y les propuso una parábola: «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.»
Dios quiere que viva lo más dignamente
ResponderEliminarposible; pero no a costa de los demás
seres humanos.
El acumular bienes, no me da la felicidad,
y puede ser la causa de mi esclavitud.
Codiciosos somos todos, de la codicia, nadie se escapa, porque nace del deseo.
ResponderEliminarY el deseo nos acompaña siempre, nos mueve, para lo bueno, para ser creativos y eficaces, pero también para envidiar lo ajeno,y acumular bienes.
¿De que llenamos nuestro corazón?, nos pregunta hoy la Palabra.
Que absurdo centrar todas las ambiciones y trabajos en esta vida, y olvidar lo más importante que es ser rico ante TI.