En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. El, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.» Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»
De nuevo nos encontramos con Jesús
ResponderEliminarabriendo los sentidos “embotados” de la gente..
Como este hombre, en muchas ocasiones vivimos,
pensamos y actuamos sin escuchar a Dios y a las personas..
Hoy me pongo ante Jesús para que pronuncie
sobre mí su palabra poderosa: ¡Effetá!..
El seguir a Jesús y creer en EL,
ResponderEliminarnos abre a una manera diferente de relacionarnos con los demás,
abandonando el "yo" y abriéndonos a la verdad que nos llega por mil caminos,
una nueva visión de las cosas,
nos abre a un mundo nuevo de valores,
nos da fortaleza en el camino,
valentía para expresarnos,
dignidad para relacionarnos,
con libertad ,sin ataduras...para oir y hablar.