En aquel tiempo, subió Jesús a una
barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le presentaron un paralítico,
acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: "¡Ánimo,
hijo!, tus pecados están perdonados." Algunos de los escribas se dijeron: "Éste
blasfema." Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: "¿Por qué pensáis mal?
¿Qué es más fácil decir: "Tus pecados están perdonados", o decir: "Levántate y
anda"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra
para perdonar pecados -dijo dirigiéndose al paralítico-: "Ponte en pie, coge tu
camilla y vete a tu casa."" Se puso en pie, y se fue a su casa. Al ver esto, la
gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal
potestad.
Alma cansada, corazón cansado, fuerzas gastadas,
ResponderEliminarparalizado ya, incapaz de moverme, y sin voz..
Casi no recuerdo mi nombre.. Y muchos lo han olvidado del todo..
Tantas cosas han ido pasando en mi vida,
que he comprobado una y mil veces que no puedo,
que no me dejan, que no llego, que no lo consigo,
que es imposible vivir y ser como me había propuesto,
como había soñado..
Pero me llevan ante ÉL..
- Ánimo hijo..
«Hijo» ¡Qué hermosa palabra!
No me ha preguntado nada,no me ha hecho ningún reproche..
Está claro que sabe de sobra lo que me pasa por dentro,
y yo me siento tremendamente acogido, protegido, seguro..
Hijo.. Me recuerda que tengo un Padre..
Y sigue:
- Tus pecados quedan perdonados..
El verdadero mal esta en el interior,
ResponderEliminary es ahí donde hay que destruirlo,
el pecado es como una parálisis,
que nos impide crecer y abrirnos,
a los nuevos retos del Evangelio.
Toda liberación que no cambia,
el interior del hombre,
esta destinado al fracaso.